¿Sabés qué ocurre? Yo creo — no creo, sé — que, como suelo decir, la revolución peronista pasa por la alegría. Es hermosa y alegre, como era Evita. No es una revolución de ceño fruncido. Es alegre, es vital, como era yo cuando era joven. Donde veas gente triste, ancianos tristes, niñez desguarnecida, donde veas sangre, por ahí no pasó el peronismo. Donde veas al trabajador — sea del músculo o del intelecto — aterrado por su mañana, ahí no pasó el peronismo. Aunque enarbolen la bandera del peronismo, ahí no hay peronismo, aunque uno es lo que hace y hace lo que es. Siempre digo que el peronismo es un acto de amor, donde la solidaridad y el amor hacia tu prójimo — milite donde milite — debe ser un acto reflejo y ciego.
(Leonardo Favio, Pasen y vean)